FILOSOFÍA IN-SISTENCIAL: BASES PARA UNA ESTÉTICA DE LA UNIDAD
Martha Pérez de Giuffré
1. La unidad in-sistencial La filosofía in-sistencial del Padre Ismael Quiles es esencialmente una filosofía de la unidad. El desarrollo antropológico fundamental de su pensamiento deduce y demuestra la unidad de la persona humana, como la clave de todos sus análisis conceptuales posteriores. Esta unidad es real, ontológica y como tal verdadera, y la doctrina quilesiana se distingue por ello de toda conciliación de opuestos de carácter racionalista. Los opuestos a que nos referimos en el orden antropológico serían las dos dimensiones del compuesto sustancial humano: el cuerpo físico y el alma espiritual. La propuesta in-sistencial supera a las concepciones básicas de la modernidad, tanto las del subjetivismo psicológico moderno que lleva al individualismo, como las del subjetivismo ideológico, o sea en conjunto las concepciones racionalistas de carácter antropocéntrico autónomo.
La propuesta quilesiana es dinámica, como enseguida veremos, pero la dinámica del yo interior en relación con el exterior, no es un movimiento de conciliación por mediaciones racionalizadoras. Esta es una premisa importante para enfocar los debates de la Estética contemporánea la cual, como reflexión filosófica, trabaja con los principios de un pensar eminentemente dinámico que forma parte de un nuevo paradigma de pensamiento actualmente en desarrollo, cuyos signos más visibles son lo interrelacional y el movimiento abierto.
La estructura de nuestra in-sistencia, que sale del sí mismo hacia afuera y retorna a sí mismo, constituye la base dinámica de la antropología personalista in-sistencial, la que posibilita la comprensión de la propia situación en el cosmos natural, en el mundo con los otros hombres y el sentido último de la existencia en Dios. Se trata entonces de una filosofía de la unidad concebida dinámicamente.
Ahora bien, tomando como guía las afirmaciones del mismo P. Quiles en La Persona Humana[1] recordemos que el hombre experimenta una indigencia metafísica esencial que sólo se satisface en lo social. El filósofo agrega inmediatamente: el hombre está metafísicamente estructurado como ser social. Esa indigencia que sostiene lo social, funda la condición dialogal que es esencial al hombre en su en-sí abierto, como lo plantea la antropología in-sistencial. Es decir que social equivale a dialogal. Pero a su vez toda satisfacción esencial de la persona humana tiene su origen en la indigencia última y fundamental referida a la Trascendencia. Es en este diálogo superior con Dios, con la Sistencia, que se funda e inscribe todo otro diálogo humano, y por ende el diálogo del artista con el mundo, con los otros hombres y con Dios mismo.
De este modo lo que desde el punto de vista antropológico sería el diálogo con el otro, el ámbito de lo social, desde el punto de vista del arte sería el diálogo con la trascendencia. Pero el arte, en tanto pensar del absoluto, es también una apertura horizontal a la participación de los otros en ese absoluto, culminando de este modo el círculo social del mensaje artístico.
Recordemos que el in de la in-sistencia, es el primum esse del hombre,[2] lo primero en el ser, a partir de lo cual pueden analizarse todos los otros caracteres humanos y todas las capacidades, acciones y procederes del hombre. El in es el centro interior, interioridad autoconsciente primerísima. Y la interioridad como categoría antropológica fundamental y constitutivo metafísico de la persona humana, no es capturable por concepto alguno, pero sí es evidenciable. No es objetivable, en términos del mismo filósofo, sino que pertenece al ámbito de lo inefable, al misterio personal. Escapa a la ciencia de la razón natural, aunque podamos aproximarnos a él y reflexionarlo en otros términos de saber humano.
Por otra parte, la teoría se mueve en el discurso temporal, mientras que el arte opera por intuición inteligente e imaginación creadora. La luz que ilumina las potencias humanas en el arte es la que proviene de la trascendencia que mueve la tendencia intuitiva por medio de la Belleza. Esta luz ejerce una apertura de la indigencia existencial hacia el absoluto, lo único que puede satisfacer esa indigencia, porque es fuente de toda forma y de toda razón. Y por esa apertura al absoluto el artista en su arte puede ser capaz de verdad, bien y belleza. El Prof. Gil Colomer, en oportunidad de un Coloquio anterior [3], desarrolló el tema de la intencionalidad educativa en relación a la In-sistencia, acentuando los dos aspectos que entraña la noción de intencionalidad en el hombre. Siguiendo al Padre Quiles, estos son: la insuficiencia entitativa que impulsa hacia el exterior como necesidad de completitud y - aquí nos detendremos - la trascendencia de bienes o perfecciones participados y ya iniciados porque su modelo o patrón, sólo está presente intencionalmente, como fuerza atractiva. La perfección actúa, podríamos agregar en lenguaje clásico, como causa final. Y de esta forma, como causa final, actúa la Belleza en el arte, como trascendental interrelacionable con todos los otros trascendentales del ser. Es una perfección participada y ya iniciada, que mueve ineludiblemente atrayendo hacia ella. Esa intencionalidad es entonces fuente o fundamento de la tensión in-ex-in, la que instaura en el arte el diálogo de visión y creación del artista.
Pero esta tensión dinámica de contemplación-intuición tampoco es alcanzable conceptualmente en forma completa. La realidad última de la existencia trasciende siempre al sistema lógico-conceptual. Ahora bien, el hombre es persona y como tal, lugar de lo único e irrepetible, pero a la vez es lugar del universal participado. Y la insuficiencia entitativa es la prueba de que la Trascendencia actúa como causa moviente para ser y comprender la realidad del mismo hombre. El pensamiento quilesiano recoge con fórmulas renovadas y propias la tradición del personalismo occidental cristiano y lo enmarca en las problemáticas, enfoques y dialécticas propias del siglo XX, y vigentes en el XXI, en el hombre de hoy como el mismo filósofo dijo tantas veces.
Podríamos decir, a manera de una primera conclusión, que la poesía y el arte son expresiones eminentes de la In-sistencia, culminación del movimiento iniciado en cada caso por la insuficiencia entitativa, y revelación de lo sobrenatural en el mundo y del sentido radical de la existencia personal, de la época y de la historia, con la intrínseca exigencia de ser comunicada a los otros hombres.
2. El devenir del pensamiento estético.
En un primer enfoque fenomenológico, como proponía siempre el Padre Quiles para abordar toda cuestión a dilucidar, corresponde señalar que el arte tiene como marco en nuestro tiempo, una cultura donde prima la seducción de los medios de comunicación masiva, la globalización de la opinión, de las informaciones y de los procedimientos, una explosión informática de características difíciles de asimilar, el imperio de la imagen sobre la razón crítica, el modelamiento de la conducta a través de condicionamientos - publicidad - por vía subconsciente o inconsciente, la presión social sobre el individuo sometido a procesos de inhibición - desinhibición, etc.
Por su parte, la concepción del arte que ha tomado forma concreta en la reflexión filosófica de las últimas décadas del siglo XX presenta los siguientes rasgos fundamentales, compartidos en general por las distintas posturas particulares:
1. La obra entendida como proceso. Esto responde a la noción de obra abierta, ya difundida desde la literatura principalmente, pero aplicable y desarrol lada en las artes en general.
2. El carácter de interdisciplinariedad. Desde que el movimiento general de las artes durante el siglo XX ha promovido de manera progresiva la anulación de las fronteras que separaban a las distintas disciplinas artísticas, se fue configurando una tendencia muy marcada y visible, hacia los fenómenos artísticos interdisciplinarios.
3. La teatralidad, como corolario del rasgo anterior. Esto es, la participación de varias disciplinas artísticas en un mismo espacio de acción conjunta y simultánea. Es decir, un espacio de creación común y procesual, donde se interrelacionan y promueven entre sí las diferentes artes: danza, poesía, pintura, música, etc. Se constituye de este modo un espacio de características teatrales, ya que el teatro es convivencia y síntesis de artes, aunque en los casos a que nos referimos la fórmula adquiere a veces mayor complejidad respondiendo a la incidencia de postulados teóricos. De modo que teatralidad implica interacción y pueden nombrarse ambos caracteres juntos.
De esta manera, las distintas formas que adopta la obra de arte interdisciplinaria, ya sea como creación colectiva - con público incluído en el proceso creativo-, o instalaciones ofrecidas por el artista a la participación libre individual, el arte de la performance en general, la música, el arte audiovisual, y muchas otras, tienen en común esta nota: la simultaneidad de lo diverso, y la condición de no ser controlada la obra sólo por su autor, sino que en el proceso de su formación intervienen o pueden intervenir, factores aleatorios que influyen en el proceso, como por ejemplo el público cambiante, o la utilización de nuevos materiales. La obra se va haciendo.
El desarrollo de la tecnología, por su lado, ha influido con sus categorías de pensamiento transformativo, dando lugar junto con los otros factores ya mencionados a nuevas condiciones culturales del pensar que albergan una concepción del arte como hacer, y ya no como contemplación y representación. Las normas de este arte como hacer son justamente las leyes estructurales del proceso técnico de producción de la obra, abierta a distintas participaciones sobre un planteo de partida ofrecido por el artista, intentando con esta traslación, superar la imposición de cánones como los de las poéticas académicas o de escuela, por ejemplo.
Ahora bien, la Estética es una reflexión filosófica que interpreta el fenómeno del arte a partir de los datos de la experiencia de la obra de arte. La Estética no es, por lo tanto, ni un apunte enamorado, tomado al correr de las emociones, ni una teoría abstracta que, no alimentada por la experiencia directa y vivida de las obras de arte, se transforma en un desarrollo teórico estéril y vacío. [4]
En el campo de la Estética del período que revisamos, es decir nuestra época, la investigación se ha orientado desde la Einfühlung y la visión idealista que rigió la modernidad, hacia la fenomenología, la estética de la recepción, la hermenéutica en general con sus distintos signos y cultores, y el enfoque sociológico e histórico. En suma, una tendencia del pensar filosófico acerca del arte, que se ha trasladado desde la concepción del arte como visión (concepción cuyo espectro puede ir a la vez desde la teoría clásica hasta el idealismo moderno), hacia la concepción del arte como acción, y esta última, pensada en el contexto actual, termina asimilando el arte a la noción de producción.
La multiplicidad simultánea, en movimiento y en proceso, es el campo que se ofrece al debate filosófico estético actualmente. En términos antropológicos el mismo hace presente una disyunción fuerte que podemos enunciar como: o bien el hombre se aliena perdiéndose en el proceso mismo, o bien el hombre se afirma elevando su condición humana a través del arte. Esta breve revisión (que a la vez es algo reductiva porque coexisten formas de arte y teorías más clásicas junto a las nuevas tendencias) parece indicar la presencia de nuevas formas de alienación, sobre todo en lo que se refiere a los todavía inexplorados campos virtuales posibilitados por la inteligencia artificial y que podrían extenderse el arte digital. Algunos estudiosos[5] señalan peligros de real gravedad en cuanto a la posibilidad de alienación, especialmente en el área de gravitación de las computadoras, en razón de las proyecciones que se realizan desde el ámbito científico y tecnológico de la computación misma. Pero no ocurre totalmente así en la experiencia de los artistas en general, ni de los participantes u observadores. De todos modos, la posibilidad de disolución del sujeto unitario en un proceso exterior a él que lo subsuma, existe siempre en toda forma de arte y en las condiciones culturales de todos los tiempos, aún en las más estables.
La alienación es por definición[6] enajenación. Según el diccionario: Proceso mediante el cual el hombre o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. Creo que lo que debía esperarse de su condición en cuanto al hombre actual en tanto persona humana, es la renovada afirmación de su lugar en el cosmos, en el mundo con los otros hombres y en el sentido final de su existencia en Dios, desde las nuevas formas que ha adoptado el pensar. La alienación es siempre despersonalización, ya que desplaza el eje y centro del yo interior a la exterioridad despersonalizante[7] y es siempre pérdida de la dignidad personal humana. Si esto se da, el arte no es pensar de poiesis, en diálogo con la materia, la naturaleza y el mundo, sino un tropismo del fabricar, del objetivar, del homo faber.
Podemos decir que sólo desde una filosofía de la persona humana y de la interioridad podría resolverse la problemática de la unidad y la distinción de las diferentes actividades. Unidad y diferencias, unidad y multiplicidad, esa es la cuestión en la Estética contemporánea, desde al punto de vista antropológico. La filosofía de la persona como in-sistencia, como centro interior autoconsciente y ligado a la trascendencia, tal como la desarrolla la antropología in-sistencial del Padre Quiles, permite explicar, por el carácter indivisible de la interioridad personal y por tanto de la propia iniciativa humana que surge como tendencia a partir de su insuficiencia entitativa, cómo todo obrar del hombre requiere siempre al mismo tiempo la especificación de una actividad (cualquiera sea la que encare de modo libre e intencional), y la concentración de todas las demás actividades en esa misma operación.
La tendencia en sentido contrario al de la integración de la persona en grados superiores progresivamente más profundos de la autoconciencia que supone el esquema dinámica del in-sistir, resultaría en una desrealización o desintegración de la conciencia del yo (pérdida de autoconciencia). Es decir que si el movimiento de la poiesis no parte desde adentro, desde el centro interior de la autoconciencia (religada a la Trascendencia), la persona se des-integra, se dispersa en su inmanencia. Así como la salida a lo otro debe ser real, el re-in-sistir debe serlo también bajo peligro de la pérdida del yo. Se pierde, o bien en otro, y ésta es la alienación propiamente dicha, o se pierde en una asfixia dentro de sí (inmanencia), y éste sería el encierro o ensimismamiento negativo.
La poiesis y la praxis artística suponen un encuentro interior-exterior (in-ex) humanizador, esto es, que permita en el in de la vuelta (in-ex-in), el ascenso en profundidad. Recordemos también que el arte es un pensar que se expresa mediante lo corpóreo, lo material. Pero sabemos que la filosofía in-sistencial declara la necesidad del diálogo con el cosmos natural o físico, a la vez que con las otras dimensiones de lo real. Por lo tanto, aquí, a manera de una segunda conclusión, podríamos decir que en el plano in-sistencial el arte es un obrar en el cual se afirma la unidad de la persona humana y asimismo la unidad sustancial alma-cuerpo, es decir, una actividad esencial que reafirma la pertenencia sustancial del cuerpo a la persona humana, o sea que integra espíritu y materia dialógicamente, como perfección. Decimos esto porque el arte comprende esencialmente al elemento corpóreo, inescindible de la expresión misma del artista. Y en este sentido, para el pensamiento filosófico que estamos considerando, fundado en la premisa antropológico-metafísica de la interioridad como primum esse correspondiente a la filosofía quilesiana, la corporeidad o somaticidad es un valor esencial que debe armonizarse con aquél en relación al mayor perfeccionamiento humano.
3. In-sistencia y Estética hoy
Por lo dicho, la integración personal que surge de la concepción in-sistencial no es la de una mera conexión fisiológica del psiquismo y el orden funcional de los aspectos físicos. La integración que la doctrina personalista in-sistencial del Padre Quiles está proponiendo es la de la armonización interna desde la Trascendencia, último destino y centro del mismo esquema funcional esencial que nos presenta la Antropología Filosófica In-sistencial cuando se refiere a la comunicación profunda entre las in-sistencias[8].
Justamente el mismo filósofo, al insistir en la condición procesual del perfeccionamiento humano (o camino hacia la mayor perfección), reconoce precisamente como camino, a la condición de proceso ligada a la intencionalidad propia del hombre. Es justamente la noción de proceso la que se ha extendido en toda la cultura hoy, bajo la incipiente emergencia de un modelo de pensamiento de lo simultáneo e interactivo, que en las artes viene desarrollándose desde la segunda mitad del siglo XX, y que la Estética filosófica recorre en la actualidad con categorías renovadas, aunque sin abandonar, en la mayoría de los casos, ciertos principios tradicionales.
La filosofía in-sistencial afirma la esencial apertura del centro hacia el mundo y en ello se incluye la autoconciencia pero también la asunción de la realidad de las condiciones concretas de la cultura en la que participa la persona. Dijimos antes que se funda en la condición ontológica de la persona humana y su condición eminentemente social, cuya manifestación primera es la atracción ontológica pre-reflexiva, desarrollada por el P. Quiles en el capítulo IV de la Antropología Filosófica In-sistencial.[9]
Por lo tanto es responsabilidad de la in-sistencia como persona humana autoconsciente, reconocer y reflexionar acerca de los nuevos modos del pensar, en este caso desde el arte y la Estética, bajo la luz de su centro interior. Desde siempre el hombre ha manifestado en sus expresiones artísticas, aún las más primordiales y antiguas, la presencia en él de arquetipos ancestrales que subyacen a los simbolismos del centro presentes en todas las culturas arcaicas, por lejanas que hayan sido de nosotros en el tiempo. El arte confirma así la inquietud del hombre primordial por la unidad, inquietud constitutiva que lo mueve a buscar su ubicación en la naturaleza, el mundo de los otros hombres y el más allá que lo trasciende y da sentido último a su existencia, como lo desarrolla la filosofía in-sistencial. Según estas manifestaciones artísticas de todos los tiempos, la insuficiencia entitativa es real.
El arte es un pensar esencialmente abierto porque la tensión que lo mueve es la de insuficiencia y plenitud; entre esos términos se mueve, por ser eminentemente intuitivo y porque no excluye al pensar lógico sino que lo supera en su modo de operación y en su objeto. La filosofía In-sistencial del Padre Quiles, si bien no incluye un tratado acerca del arte, permite deducir con facilidad el lugar que en la búsqueda de la perfección del hombre tiene el pensar artístico. Y su antropología es apta de manera especial para comprender y dilucidar la problemática actual de la Estética: esto es, enfocar lo abierto desde el centro interior. Es en este sentido que se anticipan desde el pensamiento in-sistencial las bases para una Estética de la unidad que seguramente irá cobrando forma en la cultura contemporánea, en concordancia con las palabras de Juan Pablo II en Fides et Ratio, cuando propone que[10] El movimiento filosófico contemporáneo exige el esfuerzo atento y competente de filósofos creyentes capaces de asumir las esperanzas, nuevas perspectivas y problemáticas de este momento histórico.
La condición dinámica de la In-sistencia y su doble movimiento intencional hacia la exterioridad y nuevamente hacia la interioridad permite el abordaje privilegiado de este pensamiento actual que se asume a sí mismo como dinámico y abierto, pero que busca, y no podría ser de otro modo, un centro a partir del cual ubicarse en las cambiantes latitudes y longitudes de la existencia humana.
Notas
[1]QUILES, Ismael, S.J., La persona humana,Obras Completas
No.2, Depalma, Buenos Aires, 1980, pp.201.202
[2]QUILES, Ismael, S.J., Antropología Filosófica
In-sistencial, Obras Completas No.1, Depalma, Buenos Aires,1983.
[3]GIL COLOMER, Rafael, La intencionalidad educativa desde la
perspectiva in-sistencial, V°Coloquio Internacional
de Antropología Personalista In-sistencial, Mexico, 1990, pp.77.84.
[4]PAREYSON, Luigi, Estetica, Tascabili/Bompiani, Milán,
1988.
[5]Cfr. BAUDRILLARD, Jean, El crimen perfecto, Anagrama, Barcelona,
1996. Del mismo autor y con respecto a la alienación final,
Cfr. Videosfera y sujeto fractal, en AAVV, Videoculturas de
fin de siglo, Catedra, Madrid, 1989, pp.27-36
[6]Diccionario Enciclopédico Espasa, Espasa Calpe, Madrid, 1998.
[7]Cfr. MARIN IBAÑEZ, Ricardo, La dimensión axiológica
del In-sistencialismo, V° Coloquio Internacional de Antropología
Personalista In-sistencial, México, 1990. pp.105-122.
[8]QUILES, Ismael, S.J.,Antropología Filosófica
In-sistencial, Depalma, Buenos Aires,1983. In-sistencia y prójimo,
pp.101-141.
[9]Idem, pp.118-120.
[10]JUAN PABLO ii, Fides et Ratio, Carta Encíclica,
1998. p.156
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COLOQUIO IX
IX Coloquio Internacional Presencial-Virtual 2004-2005 La Antropología In-sistencial frente a la alienación del siglo XXI.
Primera Etapa Presencial • Buenos Aires 16-17 de junio de 2004Ver Ponencia I • Pautas para una legislación desalienante
HORACIO GIGLI
Fundación Ser y Saber, Buenos Aires.
Ver Ponencia II • El tema quilesiano de persona humana en el marco de la enseñanza de la ciencia geográfica
PABLO GABRIEL VARELA
Universidad del Salvador, Buenos Aires.
Ver Ponencia III • El problema de la especialización. Una respuesta a partir de la pedagogía de Ismael Quiles, S.J.
JORGE MARTIN
Universidad del Salvador, Buenos Aires.
Ver Ponencia IV • Espiritualidad e In-sistencialismo
Pbro. JOSÉ IGNACIO FERRO TERRÉN
Fundación Ser y Saber, Buenos Aires.
Ver Ponencia V • La in-sistencia y el desarrollo de la interioridad para la superación de las distintas formas de alienación
MARÍA VICTORIA RULLÁN MIQUEL
Zaragoza, España.
Ver Ponencia VI • La filosofía in-sistencial enfrenta los desafíos de la educación actual
CELIA GEMIGNANI DE ROMANI
Universidad del Salvador, Buenos Aires.
Ver Ponencia VII • Hacia la recuperación del sentido de la historia. Historicidad y tiempo en la Antropología In-sistencial
ALEJANDRO POWTER
Universidad del Salvador, Buenos Aires.
Ver Ponencia VIII • La historia y la filosofía in-sistencial en el mundo actual
ETHEL BORDOLI
Buenos Aires.
Ver Ponencia IX • La experiencia in-sistencial y la unidad del hombre. La interioridad como camino hacia la unificación del hombre ante las disociaciones propias del siglo XXI
MARIELA MARONE DE POWTER
Universidad del Salvador, Buenos Aires.
Ver Ponencia X • Filosofía In-sistencial: bases para una Estética de la unidad
MARTHA PÉREZ DE GIUFFRÉ
Universidad del Salvador, Buenos Aires.
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